Nuestro abordaje está ligado a la corriente internacional de arquitectura orgánica, desarrollada a inicios del siglo XX por nombres como Frank Lloid Wrigth, Rudolf Steiner, Antoni Gaudi, Hugo Haering, Alvar Aalto, Hans Scharoun, entre otros.

 

En la arquitectura orgánica todo organismo es visto como un organismo vivo, cada parte debe reflejar y expresar su función específica, que emerge, naturalmente, del contexto en el cual está inserida: lugar, ambiente social, cultura, época. Por eso, al desarrollar un proyecto, nuestro objetivo es crear espacios capaces de transmitir el pulso de la existencia y reflejar la individualidad humana.

 

 

El diseño orgánico considera no sólo las necesidades físicas de los usuarios, si no también aspectos psíquicos y espirituales. El proceso creativo incluye estudios sobre la personalidad del cliente, la calidad del lugar a ser construido, y las perspectivas de desarrollo  del ser humano que habitará el edificio en cuestión. El resultado de eso es el bien estar pleno de cada persona que vive, convive o trabaja ahí.

 

La arquitectura orgánica, como la concebimos, debe estar intrínsecamente vinculada a técnicas de bioconstrucción. Priorizamos por tanto, el uso de materiales naturales, como madera, bambú y tierra, además de la adición de sistemas sustentables para la captación de agua pluvial, saneamiento ecológico y energía fotovoltaica. Todo eso aliado a los principios de la arquitectura bioclimática, con énfasis en la iluminación y ventilaciones naturales.

Así, la combinación entre arquitectura orgánica y bioconstrucción aliada a la tecnología, resulta no solo en la reducción del impacto ambiental, sino también en la creación de ambientes más originales, saludables e inspiradores para los seres humanos.